miércoles, 13 de marzo de 2013

Próxima estación de un goliardo, tarambana y zascandil



El tren iluminó de repente el túnel del desconsuelo. Llegó como siempre, de la nada y ruidoso. Aguardo expectante y algo nervioso; me formulo varias preguntas: parará en esta estación? recorrerá las vías que siguen mi camino?

Poco a poco se reduce su fuerza y con ella, aumenta mi capacidad de ver su dirección. Se detiene, me mira y abre sus puertas tras una pequeña pausa que parece invitarme a subir y no lo decepciono. Lo primero que hago al subir es mirar a un lado y al otro buscando el mejor lugar donde ponerme cómodo, pero esta vez no valdrá la pena esforzarse demasiado, ya que el vagón está prácticamente vacío y quiero hacer hincapié en lo de "prácticamente" porque vacío lo es todo menos tú.

Sentada junto a la ventanilla en uno de esos asientos de cuatro plazas. Yo sigo pensando en ponerme cómodo pero esta vez subyugo esta prioridad a buscar un lugar estratégico para verte; para verte y que me veas, para jugar al juego de las miradas furtivas, de los sueños peliculeros del amor casual. Finalmente pongo el culo en uno de los dos asientos que hay junto a la puerta. Desde aquí puedo verte y empezamos a jugar.

Nos miramos, pero no podemos sujetar el impulso incómodo del "que no se me note!". Así que buscamos el atrezzo donde podernos camuflar. Tu sacas un libro, yo un bloc de notas (siempre queda bien dar imagen de persona culta y estudiosa) y agachamos la vista mientras aprovechamos los cambios de página para volvernos a encontrar.

Suena una voz de vete a saber que infierno y el tren empieza a frenar. Un rótulo luminoso me indica "Próxima estación..." y me despisto, vuelvo a mirar y "...12º", también me indica que es hora de bajar. Por un momento pienso que menos mal que no me he molestado demasiado en encontrar un buen asiento, pero seguidamente me digo a mi mismo que eso es una tontería.

Se abren las puertas, pienso hacerme el indiferente y poner los pies en el suelo. Se cierran las puertas y poco a poco el tren arranca mientras yo camino a su lado. Se suceden las ventanas y por última vez tu cara, por última vez nos volvemos a mirar. Este tren no va hacia mi destino.