viernes, 9 de abril de 2010

Nada que ver. La trilogía

I. Luces y sombras para ti y para mi
Déjame que te cuente como la tierra absorbió aquel tizne negro de las nubes; como un café esparramado sobre un verde mantel, a roales se tiñeron las laderas de las montañas del altiplano.

Un juego de luz y de sombras entre la tierra y un cielo que aquí son próximos. No es más que el juego de la Pachamama con su estuche de acuarelas. Con él pinta tanto al rico como al pobre; a la vaca flaca y al rebaño lanudo; tanto al niño como a aquel que el tiempo marca en su rostro la calavera; y aunque nos separen miles de kilómetros, tanto a ti como a mí.

II. La vida Kalia Oxiaction Plus

Venimos de un mundo donde el futuro nos trae nuevos detergentes, donde las ilusiones y la felicidad se producen dentro de una fábrica imaginaria de Coca-Cola. Donde intentamos buscar la perfección del cuerpo Danone junto al padre de familia que friega los platos con Fairy y ahorra tiempo para jugar con sus hijos o si más no, la pareja ideal que te traerá el desayuno a la cama de una blanca habitación soleada. Mirar por la ventana y tener como patio una solitaria playa. Hacer junto a los amigos una parrillada de verduras con un buen aceite de oliva y al atardecer correr por la arena, mojándonos los pies y extender un pareo y tumbarnos para acariciarnos y besarnos.

Se trata de que un coche nos de libertad, la libertad que necesitamos. Que nuestro teléfono móvil disponga de la peor música del momento y reciba a diario un poema de amor con el que conquistar a la chica de tus sueños.

Que la Gillette que usan los grandes deportistas apure no sólo tres, si no cuatro veces más tu barba y, así, poder ir presentable a la oficina de ese trabajo de la clase media donde un montón de papeles serán los culpables de nuestro estrés y nos harán dependientes de un complejo vitamínico que dará color a nuestra vida.

Y así envejecer, siempre joven, con o sin dentadura postiza que se mueva. Sentarnos con la mirada profunda a contemplar lo que vivimos, lo que creamos. Disfrutar en familia , una gran familia, una comida copiosa y abundante. Y después de comer, cuando todo está en calma, ofrecerle a la nieta que se acerca un Werther’s Original de la misma forma que lo hicieron contigo cuando eras pequeño.

III. Somiatruites

Quin cel més vermell –vaig dir- mai havia vist una cosa tan bonica. Muntanyes escarpades, gel, neu i milers de rajos de llum que sortien des d’un sol punt. Allò hauria de ser Déu, segurament. Aquell déu que fa brillar les coses petites.

Durant la nit vaig seguir la Creu del Sud, tot i així no vaig trobar als meus avis. Definitivament estava sol en la foscor i una lenta processó de llums viatjaven cap al cel.

Però va sorir el sol. Els núvols escampats per sota els meus peus servirien d’estora per volar i un cel vermell com l’infern em recordava on m’havia ficat. Vaig pensar en tú i que t’agradaria. La muntanya finalment m’havia guanyat; rascava els sis mil metres però no podia més. Vaig tenir-hi un “Deja-vú”.

Sota d’un llençol de quadres, dins una petita habitació amb dues portes vaig despertar. Els somnis, somnis són.

1 comentario:

  1. Sentada frente a la pantalla, algo que representa esta locura de " primer mundo" que describe tan bien, siento envidia sana. Que maravilloso poder inspirar letras tan bellas. Quizás tuve una pequeña oportunidad, no era el momento, aquel del que en unos días se cumplirá un año. Aquella oportunidad que se fue diluyendo en pasitos hacia la cumbre ansiada en busca de una identidad, de la serenidad para la reflexión en la lejanía del sur del mundo. Sólo puedo aconsejar a esa persona que se sienta identificada con estas palabras que atesore la riqueza de alguien que debajo de esa concha algo tosca posee un corazón de oro.

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