Estábamos allí, despertando lentamente cuando el Sr. Alma removió la basura en busca de algunos pedazos de sol y cerró la libreta. Con el aire que salió de entre las páginas hilvané un porvenir mientras sonaba Neil Young.
Y cuando aquella vieja dama arrancó de su pecho un millón de carcajadas; solo quedó un pájaro en el cable. Solo un pájaro en el cable. Formando la leyenda desconocida del pájaro que nunca más pudo volar.
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